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martes, 5 de abril de 2011

Es mejor reventar que consumirse poco a poco...



No se ha visto, desde entonces, una furia de esa categoría. En los años marginales, introspectivos y oscuros, MTV programaba (en alguna época) más de diez veces al día la canción Smells like Teen Spirit. Kurt Donald Cobain desapareció hace poco más de quince años. El 8 de abril de 1994 un electricista encontró el cadáver. Tal como lo llamó el diario La Jornada, “el ídolo de los vencidos” se abrió paso con su feroz chirrido en los 90´s. Una muerte prematura, una visión vital, la evolución musical que significó y ese deseo de anteponerse a la idea de comercializar su música le convirtieron, seguramente, en la última leyenda del rock. Murió cuando sus canciones ofrecían más tristeza, más desaliento y más depresión.



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En alguna página de sus diarios, Kurt Cobain se queja: “Lo único que queríamos era ofrecer a esos muchachos tontos amantes del heavy metal (como nosotros lo fuimos en su día) una iniciación a un nuevo modo de pensar, así como unos 15 años de música emocional y socialmente importante, y todo lo que hemos recibido a cambio ha sido mala publicidad, puñaladas traperas y Pearl Jam.”



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Natalia Menéndez cuenta: “Cobain se avergonzaba de un país dirigido por hombres blancos: Me gusta sentirme culpable por ser un macho blanco americano. En su crítica hacia la sociedad de su país destaca su defensa de la mujer, de la raza negra y de la homosexualidad”. Estos diarios muestran al verdadero Cobain: como alguien que tenía mucho que aportar a su generación además de la música. Sin duda, sus cuadernos muestran una faceta valiosa, al margen de lo ya conocido: la heroína, Courtney Love, los dolores de estómago, la infancia destruida, el nacimiento de “lo alternativo”, ser uno de los muertos más rentables… Hay otra frase: “Me gusta soñar que algún día los jóvenes del mundo compartiremos un sentimiento de solidaridad generacional”.



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En Sappy reclama (palabras más, palabras menos): Y si tú te engañas a ti misma / tú lo harás feliz / él te guardará en un frasco / entonces tú pensarás que eres feliz / él te hará respirar por agujeros / y pensarás que eres feliz… No podemos olvidar Lounge Act, Rape Me, Something in the Way, Stay Away



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Por su parte, Layne Thomas Staley tuvo una muerte quizás más lenta y dolorosa. Su novia había fallecido en 1996 y a finales de 1999 el vocalista de Alice In Chains se recluyó definitivamente en su casa de Seattle. Murió el 5 de abril de 2002 por sobredosis de cocaína y heroína. En 2001 concedió una entrevista: “Sé que me estoy muriendo. He tomado crack y heroína durante muchos años. Nunca quise terminar así. No hay vuelta atrás. Es demasiado tarde”.



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¿Cuántas almas inundadas de dolor y aflicción se subliman por medio de la música? Staley formó un grupo cuando apenas tenía 5 años. Sus padres se divorciaron debido a las constantes discusiones (el padre estaba involucrado en problemas con drogas y con la mafia). Layne Staley estaba muy unido a su hermana y a su madre: fue una adolescencia más o menos estable pero siempre lo atormentó la partida del progenitor. Conoció a los futuros integrantes de Alice In Chains en el Music Bank de Seattle. Hacia 1992, con el disco Dirt, se muestran como una banda madura con una música poderosa guiada por las letras de un tipo obsesionado con la muerte y las drogas.



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Nirvana opacó, con su disco Nevermind, la visibilidad de los trabajos de las otras bandas. Le pasó a Soundgarden, banda pionera, con el disco Badmotorfinger. El trío comandado por Cobain fue la punta de lanza del llamado rock grunge. En 1992, la dependencia de Layne Staley aumentó notablemente. Desde entonces le fue difícil subir a un escenario a pesar de la calidad de sus posteriores producciones.
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De aquellas bandas, Alice In Chains representa la veta más pesada del movimiento estético que significó el grunge. En Down in a Hole se sugiere lo siguiente: Entiérrame suavemente en este útero / te doy esta parte de mí / llueve arena y aquí estoy sentado / llevando extrañas flores a una tumba / Bajo un agujero y no sé si puedo salvarme / mira mi corazón / lo he decorado como una tumba… Me gustaría volar / pero mis alas me han sido negadas… No debemos olvidar Rooster, Man in the Box, Angry Chair, Would?, Them Bones, We Die Young...
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Todavía hay melodías que hacen llorar de rabia y de angustia. Cierta sociología encontró en esta música y en sus adeptos la personificación de la generación X. Por ejemplo, Douglas Coupland lo hizo a nivel literario.



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Y cuando desperté el nihilismo seguía ahí.

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