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viernes, 29 de octubre de 2010

Un trozo de diccionario personal...

La palabra consideración quiere decir “prestar atención a un objeto o fijarse en un asunto”. El término pertenecía (etimológicamente) al adjetivo “sideral”. La contemplación de la bóveda celeste constituía antes una fuente de disfrute y medio indispensable para estudiar el universo. Pero además, después de identificar la estrella correspondiente a la fecha de nacimiento, se escrutaba y tal vez se deseaba conocer el destino vital.
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¿Es anticuado relacionar ciertas conductas con el respeto que merecen los seres humanos y con la delicadeza con la que hemos de valorar sus cualidades?
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El encanto, la ilusión, el aliciente y las expectativas constituyen gas imprescindible para que funcione el motor que proporciona movimiento a la vida individual y animación a las actividades colectivas. La ausencia de esta fuerza vital lleva consigo la parálisis física, la depresión psíquica y la apatía social.
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En Física hay un tecnicismo, “friable”, que se emplea para designar los materiales que se desmenuzan fácilmente y a los objetos que son frágiles, inconsistentes y quebradizos. El adjetivo “frívolo” está muy relacionado con lo anterior. Frívolo posee el mismo significado que el término “deleznable”: lo que se deshace como un terrón de azúcar en el agua.
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Sexto Pompeyo (siglo III d. C.) afirma que la palabra frívolo designa una colección de vasijas rotas. Yo la empleo para indicar los comportamientos insustanciales, las acciones triviales, los comentarios superficiales e, incluso, para retratar a los seres humanos que sólo están pendientes de las apariencias, que sólo prestan atención a los detalles insignificantes. También sirve para caracterizar a aquellos sujetos que, por carecer de una jerarquía de valores, confunden la sustancia con los accidentes, lo importante con lo baladí.
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La bilis negra, melancolía, se creía que era un humor que determinaba el funcionamiento de los órganos corporales y del estado de ánimo, así como los temperamentos psicológicos. La bilis negra oscurece el rostro y el alma. Es cierto.
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En la tarde, pudo escucharse en el transporte la siguiente canción que me remite a cierta época. Al parecer también al chofer, porque la repitió una vez: tu mundo está vacío y tú no entiendes nada del mío…

viernes, 22 de octubre de 2010

Palabras para el ocio, la chamba, el alcohol (con música de Zoé al fondo)…

Distinguí entre ocio y tiempo libre. Y descubrí que el ocio es el tiempo libre fuera de las obligaciones y ocupaciones habituales. Filosofé horas y concluí: el tiempo libre no está sujeto a obligaciones. En este lapso se realizan una serie de actividades que no son estrictamente obligaciones aunque de algún modo son de imprescindible cumplimiento, tales como las tareas domésticas cotidianas (tengo un chingo de esas), los desplazamientos (es el año de las obras bicentenarias, boletos para la inmortalidad y mucho tráfico), las compras (se han agotado los víveres llegado este día), etc.
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Si al tiempo libre le restamos el tiempo dedicado a estas actividades, identificamos el tiempo liberado que es el que disponemos realmente para el ocio, ya que es el tiempo libre en el que realmente podemos elegir libremente las actividades que queremos realizar. El ocio surge cuando se realizan las actividades satisfactorias y gratificantes que posibilita el tiempo liberado de forma libre, decididas por uno mismo y gestionadas autónomamente.
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Así lo dividió la cultura capitalista: el tiempo en dos, el que es productivo y coincide con la semana laboral y el tiempo no productivo que se empalma con el fin de semana y días festivos. Marcuse le da un matiz interesante al acto de producir, de trabajar: “el trabajo no es un concepto económico sino ontológico, vale decir, que capta el ser mismo de la existencia humana en cuanto tal”. Y Marx le ayudó antes diciendo que “el trabajo es una condición necesaria para la existencia del hombre, independiente de la forma de la sociedad en que vive”. Pero ellos son judíos alemanes. Acá hay un pueblo latino, católico, y conozco muchos que asumen la existencia como un valle de dolor y donde además cada jornada laboral es una lágrima.
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Resulta que una forma de sociabilidad necesaria en el tiempo liberado (que vinculo con alcohol) es aquella que tiene que ver con la acogida y que permite manifestar amistad o estima, con ocasión de salir del trabajo, de un encuentro fortuito o de festejar un acontecimiento feliz. Debo hacerlo más seguido con algunos amigos que hace tiempo no veo. Por lo mientras, este viernes no hubo nada de esto. Pasa que luego me pongo como un conocido que tengo y pa´ qué quieres:

miércoles, 20 de octubre de 2010

Alegoría cuyo tema es una sesión peculiar de cierta materia…



“Entonces comenzaba un nuevo día, / y el sol se alzaba al par que las estrellas...” Cuando el Dante inició su periplo por los mundos infraterrenales, describió un escenario que es equivalente, en espíritu, al que ahora les rodea. Aquí la esperanza se debe quedar afuera, tiene vedado el paso. Te detuviste un momento con el dómine M. (la verdad que aleja del pecado). Por alguna razón desconocida, él anda muy disperso, sus pensamientos son volátiles, está azorado. Al parecer le cambió el semblante cuando una mujercita de opulento escote lo detiene y le solicita que la dispense porque se va a ausentar. Cuando tú pisas el espacio que te tienen reservado apenas han llegado unas 6 ó 7 personas: pasan a sus asientos y se toman las cosas con sosiego. “Entonces se calmó aquel miedo un poco, / que en el lago del alma había entrado / la noche que pasé con tanta angustia”.
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Tres (¿era?) es el número de la Divinidad, la Perfección.
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Desde lo profundo de ti, crees que es necesario involucrar a los alumnos en las formas de evaluación: para suscitar el compromiso, abonar a la motivación interna, generar conciencia sobre los objetivos de aprendizaje y lo que se necesitará para conseguirlos; ensayar otras maneras, etc. “Repuesto un poco el cuerpo fatigado, / seguí el camino por la yerma loma, / siempre afirmando el pie de más abajo.”
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Arquetípico, en este grupo se señalaron aspectos que (con un excesivo sentido de oportunidad, cuando la calificación ya se conoce) supuestamente no contribuyeron al proceso de enseñanza-aprendizaje. El personaje que se toma la grandísima molestia de reseñarlo tiene atributos inolvidables que merecen atención aparte. “…tal la bestia me hacía sin dar tregua, / pues, viniendo hacia mí muy lentamente, / me empujaba hacia allí donde el sol calla.”
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Llegaba tarde, encarnó con vehemencia la pasividad en el aula, asentía que no hubo comunicación, entregó un cuestionario similar de incoherente (en respuestas) al de su amada, llegaba a revisar qué actividades estaban pendientes para la segunda clase, confesó sin pudor (¿o con candor?) que escribir no es lo suyo, es de charlitas y risitas cuando otro está en uso de la palabra, añoraba que en la materia de antes usaban una definición de lectura (por cierto, muy corta de alcance) y que en aquel tiempo asociaba palabras con quién sabe qué madres por lo que eso de desarrollar respuestas es algo muy adelantado a esta época y que los otros profesores (¿cuáles?) nomás dicen: le echaste ganitas, orale, tienes 10… ¡Ah, y sacó 5!
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¡No me digas!
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“Eres tú mi modelo y mi maestro; / el único eres tú de quien tomé / el bello estilo que me ha dado honra”.
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Ok, vamos a cambiar los métodos… Tú no quieres padecer la afectividad negativa hacia la materia por unas pautas de evaluación que son perfeccionables y que de todos modos ibas a cambiar.
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Los designios de la Providencia son misteriosos. Dios tuerce los renglones, dicen…
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“El llanto mismo el lloro no permite, / y la pena que encuentra el ojo lleno, / vuelve hacia atrás, la angustia acrecentando…”
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Resulta que después de un toma y daca, y del intercambio entre una parte del grupo, se acepta una de las propuestas de la sesión anterior. La cuestión es distribuir los porcentajes y ello genera una discusión encendida. A. se desgañita para defender la propuesta y repite una y otra vez el beneficio de uno de los parámetros (ha detectado lo que implica y cuánto se gana). Los de su alrededor ponen cara de “no-entiendo-qué-está-pasando-no-manches”. A J. le cuesta trabajo y vuelve una y otra vez sobre sus dudas. I. prorrumpe diciendo que aunque no estuvo la clase anterior detecta que el cambio es inusitado porque juzga que el primer modo de evaluar está bien. Y luego impugna una y otra vez porque detecta lo que A. ya comprendió y no está de acuerdo. Apela a sus compañeros, suplicante, pero no hay un eco. “Hacia abajo sus rostros se volvían: / el frío con la boca, y con los ojos / el triste corazón testimoniaban.”
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D. apoya a I. Good guys. Tú los miras divertido y calculas la altura de las discrepancias. El otro I. no está de acuerdo con tan altos porcentajes y dice que debemos eliminar el cuestionario principal pero luego descubrimos que no sabía la función y razón de ser de esa actividad y entonces dudó. En el momento de votar hay empate. Resulta que hay como unos tres que no participan. Ahora parece que la idea es hacer una investigación. Pero como dice la otra A. (es mujer) no se van a poner de acuerdo. Y en algún momento del diálogo (no esperabas más de ellos) se salieron quienes tenían que salirse porque tanta complejidad los abruma. “Pero yo no lloré ni le repuse / en todo el día ni al llegar la noche, / hasta que un nuevo sol salía a mundo”.
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Pus como no deciden, va el derecho de veto, el voto de calidad…
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En mitad del camino de mi vida, las selvas oscuras son una constante.
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La sesión ha terminado. Todavía escuchas en el pasillo las lamentaciones de I. Le llamas y le pides que te comente qué pasa. Y todo es una epifanía. Está decepcionado porque creía que la calidad humana de los otros tenía otra dimensión. Su certeza era que nos rodeaban personas con buenas ideas, dedicadas (?), solidarias… Y ahora le sorprende lo que pasó porque (en esta trampa maquiavélica) muchos optaron por lo fácil. E invocó una idea que tengo muy arraigada (y comprendí que él también cuando me dijo dónde estudió un lapso): allá afuera la lucha está despiadada y si sólo vas en pos de un número (devaluado) estás jodido. Retomarán esa plática la próxima semana. Lo juras. “Mira dónde pisas: / anda sin dar patadas a la triste / cabeza de mi hermano desdichado”.
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No estás solo, no estás solo…
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Lees en la Anatomía de la melancolía: “No hay descrédito en ser un extraño, ni molestia por ser un exiliado. La lluvia es una extraña para la tierra, los ríos para la mar, Júpiter para Egipto, el sol para todos nosotros. El alma es una extranjera en el cuerpo, el ruiseñor en el aire, la golondrina en las casas y Ganímedes en los cielos, un elefante en Roma, y el Fénix en la India; aquellas cosas que habitualmente más nos placen son las más extrañas, las más alejadas”.

martes, 19 de octubre de 2010

Apuntes sobre el Corona Capital Fest...



No pus la neta creo que si se padeció el Corona Capital Fest. No lo había pensado pero creo que sí se caminaba al menos un kilómetro desde la estación de metro más cercana. Y eso nomás por mencionar un detallito. Llegamos como a las 7 de la tarde, así que no podría decir si en efecto el sonido era pésimo desde temprano (con Regina Spektor no se escuchaba ni piano ni voz o con The Temper Trap).
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No puede ser que la cerveza se haya acabado en algunos “stands” desde esa hora. Dos “ampolletas” de Corona clara por 70 pesos. ¡Jesucristo bendito! Al menos no tuvimos que jambarnos la odiosa Sol que acostumbra vender OCESA. Y luego resulta que los despachadores nos decían: “ya nomás tenemos Light”. Y ahí los verás vaciando la lata con toda parsimonia en un vaso. Mientras los de Echo & the Bunnymen estaban en el escenario de la derecha: “This is the best bloody song I’ve ever written”, dijo el vocalista y la luna ya aparecía en el cielo azul tristeza.
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Cuando inicia James, el vocalista le lanza unos cuantos gritos al del sonido. Pero no hubo mejora. Así que como para distraer la atención se sube a la valla que detiene al público, manotea para que le suelten las nalgas y canta She´s a star. Y luego presenciamos su baile mevleví (salvaje, frenético) sobre el escenario Corona (n´ombre, qué ingenioso apelativo). Me imagino que el júbilo crecía porque muchos sólo íbamos a los últimos tres actos de este festival “de primer mundo” (Coachella en vías de desarrollo lo llamó, sardónicamente, La Jornada).
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Y ya cumplíamos media hora en la fila pa´ la cerveza y los cuates esos que según despachan se tomaban un momento dalay mientras unos 50 solicitaban bebida al mismo tiempo. Y sonó Interpol. Muchas reminiscencias del legendario Joy Division, excelente. Ahí donde corrimos para alcanzar un lugar había desnivel y la vista era pésima. Desde la entrada al Food Court (?) se veía mejor: resulta que los burritos se veían apetecibles (y con precio popular) pero resulta que era una tortillota de 20 ó 25 cm de diámetro que enrollada se veía como un espléndido bocado… de harina de maíz. Prefiguré que los de Nueva York tocarían Untitled y lo hicieron cuando ya nos habíamos acomodado al otro extremo pa´ oír a los Pixies. ¡Chales! Pero sonó Evil, Barricade, Narc, Slow Hands, Lights… Paul Banks, tu español es perfecto (al menos los saludos).
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Resulta que nos cayó una tecnología inhibidora de señal. Yo ya culpaba al pinche Telcel porque no pude mandar un mensaje ni hacer una llamada. Pensé que ya me habían congelado los 20 pesos por no usarlos. ¡Pero nada de eso! Fue intencional: para que los adictos a las redes sociales hicieran un entripado de los mil demonios (esos que a la menor provocación twittean frases muy pero muy inspiradas y facebookean; de hecho, me parece un snobismo ramplón y exhibicionista) y para generar una vibra colectiva en vías de extinción debido a la inmisericorde tecnología encarnada en gadgets de última generación, copyrigths y atentado a los intereses corporativos. La explicación aquí: http://cucharasonica.com/2010/10/festivales-sin-senales-moviles-la-nueva-tendencia-o-miedo-al-twitter
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Bone Machine sonó cuando Interpol todavía no acababa su setlist. Y más: Wave of mutilation, My Velouria, Monkey gone to heaven, Here comes your man, Isla de Encanta, Caribou, La la Love you, Something against you, Debaser, Hey, Vamos, Tame, Where is my mind?, Gigantic. Joey Santiago estaba preciso en la distorsión. ¡Black Francis, tienes todavía unos alaridos encabronados, potentes, prístinos, hermosos! ¡Punk rabioso! ¡Sí!

martes, 12 de octubre de 2010

¡¡Doctor Simi, he logrado la empatía contigo, mi sangre!!


En algún lado escuché que el trabajo de botarguero era infame. ¿Pero cómo puede ser verdad?, me pregunté. Se suponía que uno socializa con familias, se divierte e incluso es posible convertirse en magneto para niños desmadrosos y para los que no lo son tanto. Incluso hasta visualicé una especie nueva: la botarga guarra, para darle un plus a esa alícaida y ninguneada labor de los tiempos modernos.
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¡Hijoles! Y ora hasta dicen las malas lenguas que es uno de los peores trabajos. Te patean las espinillas, la banda se burla de ti, te rostizas en tu jugo con ese disfraz que ha de pesar como unos 10 o más kilos y que ganas menos a la quincena que un agente de ventas por teléfono... La ganancia estriba en elegir representar a un personaje conocido por el pueblo y que tiene algunos visos de simpatía. ¡Pus claro! El Doctor Simi!
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Es nuestro hombre. Redefinió el concepto de medicamento, ofertó el condón a precios populares, nos deleitó con las SIMICHICAS, su programa aparecía incluso en canales de televisoras rivales ¡al mismo tiempo!; puede postularse como independiente al 2012 (pa´que luego decline a favor de Quique jajaja), ha aliviado nuestra situación con un lema poderoso: Lo mismo pero más barato, es chispa que aviva envidias, suspicacias, críticas, burlas...
¡Quiero ser SIMI! Yo quiero divertirme así:



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Pero horas más tarde reconsideré cuando atestigue lo siguiente:



Quizás mejor deba pensar en Alizee...

lunes, 11 de octubre de 2010

Un poco de desencanto pa´no variar la rutina escolar...


Hoy se “cierra” la bitácora de los alumnos. Por ello avisamos la segunda clase de la semana pasada que las dos sesiones próximas se dedicarían (entre otras cosillas) a calificar el diario. El balance general hasta el momento: apenas se cumplió con lo suficiente.
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No sé cómo se interpretó el decir: “en las dos clases se revisa bitácora”. ¿Algunos pensaron que no habría problema y que se “salvaron” unas horas más antes de conocer un veredicto sobre su trabajo? ¿Conjeturaron que bastaba con decir: ora pal´ jueves o viernes? ¿Imaginaron que discrecionalmente podrían ponerse a escribir 10 renglones por minuto para recuperar el tiempo o aquello que no se hizo en el precioso momento? ¿Todos pensaron que se les revisaría en la segunda clase? ¿Supusieron que era fácil decir: no hay pedo, le digo al prof que me revise después? ¿Los que tienen un apellido paterno que inicia con P, S o T pensaron que sería por lista y que no había bronca? Estas preguntas me surgieron cuando vi caras de sorpresa, de estupor, de desconcierto y confusión.
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Todos y cualquiera podrían ser los elegidos para solicitarles la bitácora. Yo necesito ya darme una idea de qué han escrito, cómo lo han escrito y cuánto han escrito. En suma, es el “cierre”, tenemos encima la primera evaluación, y ya no hay nada más que escribir, ya no se debe escribir…
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La actividad en el salón que pretenda ser productiva requiere cooperación.
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Isael entregó una bitácora seductora. Tiene dos características: versatilidad superlativa y estrategias de desarrollo. Habló de la clase y de lo malhumorado y latoso que puedo llegar a ser, celebró el centenario de la UNAM, hizo una crítica a los festejos del bicentenario panista, reseñó la obra de Muse, recordó en octubre el aniversario de la abuela fallecida, detestó la derrota del América ante el Cruz Azul, lamentó la muerte de Germán Dehesa y relató sus avatares para conseguir su diario favorito (Reforma), mencionó unos fines de semana familiares y las dificultades del Xbox, fiscalizó a Nicolás Alvarado y a Bukowski… Apenas alcanzó el mínimo de entradas pero el estilo y la voluntad de hacer algo más de lo pedido cubren con creces las insuficiencias.
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En un anterior texto (la “Jaculatoria a los dioses del aula”) escribí: la actividad y comunicación de docentes y alumnos en el salón de clases están determinadas por el contexto educativo institucional y el currículum, por concepciones pedagógicas e interpretaciones del mundo ahí materializadas, por la cultura, saberes, lenguajes e historias sociales y personales de maestros y estudiantes. Aquí topo con pared inevitablemente. Esto viene a colación ahora que hago un mea culpa, un poco para dimensionar mi parte de responsabilidad en lo sucedido.
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Ahora que recuerdo, en alguna bitácora que alcancé a leer, uno de los alumnos registró que en la primera clase fui directo a la materia y que según su parecer no me di tiempo para conocerlos (aunque sí organizamos una dinámica a mitad de clase). Bueno, pues resulta que su diario de clase, personalísimo, era para eso. No se preocupen, con todo lo sucedido hoy ya me ha dado una amplia idea de cómo son…

domingo, 10 de octubre de 2010

La juventud no es más que una palabra...


Es signo, pero no sólo signo. Ciertos sectores sociales han logrado ofrecer a sus jóvenes la posibilidad de postergar exigencias (como las de la propia familia y del trabajo). Es un tiempo legítimo para que se dediquen al estudio y la capacitación postergando fenómenos como el matrimonio, lo que les permite gozar de un cierto periodo durante el cual la sociedad les brinda una especial tolerancia. La juventud termina (en el interior de las clases que pueden ofrecer este beneficio a sus miembros recién llegados a la madurez física) cuando éstos asumen responsabilidades centradas, sobre todo, en formar el propio hogar, tener hijos, vivir del propio trabajo…
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¡¡Ninis del mundo uníos!! Sin embargo, la condición histórico-cultural de juventud no se ofrece de igual forma para todos los integrantes de la categoría “joven”.
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Se ha llegado a considerar la juventud como una construcción cultural desgajada de otras condiciones, un sentido socialmente constituido, relativamente desvinculado de las condiciones históricas y materiales que condicionan a su significante. La juventud se presenta en escena en la cultura actual, privilegiando su aspecto imaginario y representativo: no como una edad sino una estética de la vida cotidiana.
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Ser joven no depende sólo de la edad como característica biológica como condición del cuerpo. Tampoco depende solamente del sector social a que se pertenece. Hay que considerar el hecho generacional: la circunstancia natural que emana de ser socializado con códigos diferentes, de incorporar nuevos modos de percibir y de apreciar, de ser competente en nuevos hábitos y destrezas, elementos que distancian a los recién llegados al mundo de las generaciones más antiguas.
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Ser integrante de una generación distinta significa diferencias en el plano de la memoria. No se comparte la memoria de la generación anterior, ni se han vivido sus experiencias. Para el joven el mundo se presenta nuevo, abierto a las propias experiencias, aligerado de recuerdos que poseen las generaciones anteriores, despojado de inseguridades o de certezas que no provienen de la propia vida. Cada generación se presenta nueva al campo de lo vivido, poseedora de sus propios impulsos, de su energía, de su voluntad de orientar sus fuerzas y de no reiterar los fracasos, generalmente escéptica acerca de los mayores, cuya sensibilidad y sistemas de apreciación tiene a subestimar.
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El plano descrito se enriquece si se tienen en cuenta otros niveles de la sensibilidad, de la experiencia y la memoria que suelen operar sobre las modalidades de estar en el mundo de los jóvenes. Éstos se sienten lejanos de la muerte, también de la vejez y de la enfermedad. Este hecho es objetivo, en tanto su probabilidad de enfermar o morir es menor; pero también es vivencia, hay una sensación de invulnerabilidad, de lejanía de la muerte, de otredad respecto de ella, que está condicionada por la convivencia y la contemporaneidad con miembros adultos de la familia, con los padres y abuelos, con las generaciones anteriores.
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De Witold Gombrowicz. “Dividido entre niño y hombre (lo cual le hacía inocentemente ingenuo y a la vez despiadadamente experimentado), no era sin embargo ni lo uno ni lo otro, era cierto tercer término, era ante todo juventud, en él violenta, cortante, que lo arrojaba a la crueldad, a la brutalidad y a la obediencia, lo condenaba a la esclavitud y a la bajeza. Era bajo, porque era joven. Carnal, porque era joven. Destructor, porque era joven…”