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viernes, 3 de diciembre de 2010

Apuntes sobre los STP...



En efecto, el Palacio de los Deportes no se llenó. Pero es mejor así, porque a nivel de pista uno se puede mover con libertad, ir de acá para allá… incluso hasta los baños parecían más limpios que de costumbre. Supongo que el que los Stone Temple Pilots no estén de moda ni sonando en Alfa o Reactor influye para que no le caiga la banda fresa y poser. Llegamos pasadas las ocho treinta de la noche y ya estaban los abridores: unos weyes de Guanatos (el cantante lo decía a cada rato) que se hacen llamar Troker. En algún momento de su actuación pensé que sonaban como a The Mars Volta pero sin guitarras, sin distorsión, sólo instrumentos de viento y mucho frenesí al interpretar.
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El grunge puede pasar pero el buen rock queda. Kurt Cobain se refirió a ellos como Stone Temple Plagiarist y probablemente esto asentó su imagen como invento de mercado (además de que el disco Core tuvo tres millones de ventas). Definir dentro de un estilo es una manera de esconder la esencia de una banda. Los STP sólo brindaban blues electrizado, por supuesto con las necesarias dosis de dolor y desengaño de una época sin ilusiones.
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Faltaba poco para las diez de la noche, cae el telón y hay un fondo rojo de flor de lis. Sale Scott Weiland (hasta el momento ha sido duro de matar, ha ido de los aposentos de la gloria rockera hasta los abismos de la adicción) forrado de mezclilla y abren con Crackerman, Wicked Garden y Vasoline. Después he de confesar que caímos en un bache: fue un bajón terrible porque entonaron Heaven & Hot Rods y luego enmiendan con la nueva Between The Lines. ¿Qué pasa? Es como si la gelatina no cuajara. Después de tres canciones se recupera el nivel con Big Empty. Weiland se desliza y danza de un lado a otro, tiene vitalidad y emana alegría, utiliza el megáfono, se quita y se pone los lentes, se contonea y ondea los brazos…
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No estoy lamentándome por la falta de hits. Lo que pasa es que anhelaba la veta más hard rock, como lo hicieron hace dos años en el Motorockr. Hoy, como ayer y siempre, tengo una disyuntiva afectiva, mi única coherencia para salir del desorden ambiental.
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Y después de otro momento lánguido, vuelven a la carga con (la multicantadísima) Plush: “Entonces siento / que el tiempo son caminos que recorrer / luego ¿adónde irás hasta mañana? / cuando veo que estos son los últimos en llegar / ¿alguna vez te preocupará? Y lo siento, lo siento / ¿dónde estás yendo hacia mañana? / ¿dónde vas, dónde no hay / máscaras que encontrar?...” Viene Interstate Love Song (Waiting on a sunday afternoon) y un poco después la poderosa Down y algo del primer disco (Dead & Bloated es magistral). Cierran con Trippin’ On A Hole On A Paper Heart. El tono se elevaba pero en ese momento se cumplía hora y media más o menos y los cuatro van al frente del escenario y se despiden. Ciertamente fue como algo agridulce.
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¿Por qué las bandas no hacen como The Cure con su Trilogy y ofrecen un mega concierto que incluya tres o más discos completitos? Con terrible contrición cuento las canciones que no se oirán en los toquines que ya fueron y los que todavía no han venido…
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No tocaron Creep ni Kitchenware & Candybars… Snif.

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