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martes, 12 de octubre de 2010

¡¡Doctor Simi, he logrado la empatía contigo, mi sangre!!


En algún lado escuché que el trabajo de botarguero era infame. ¿Pero cómo puede ser verdad?, me pregunté. Se suponía que uno socializa con familias, se divierte e incluso es posible convertirse en magneto para niños desmadrosos y para los que no lo son tanto. Incluso hasta visualicé una especie nueva: la botarga guarra, para darle un plus a esa alícaida y ninguneada labor de los tiempos modernos.
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¡Hijoles! Y ora hasta dicen las malas lenguas que es uno de los peores trabajos. Te patean las espinillas, la banda se burla de ti, te rostizas en tu jugo con ese disfraz que ha de pesar como unos 10 o más kilos y que ganas menos a la quincena que un agente de ventas por teléfono... La ganancia estriba en elegir representar a un personaje conocido por el pueblo y que tiene algunos visos de simpatía. ¡Pus claro! El Doctor Simi!
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Es nuestro hombre. Redefinió el concepto de medicamento, ofertó el condón a precios populares, nos deleitó con las SIMICHICAS, su programa aparecía incluso en canales de televisoras rivales ¡al mismo tiempo!; puede postularse como independiente al 2012 (pa´que luego decline a favor de Quique jajaja), ha aliviado nuestra situación con un lema poderoso: Lo mismo pero más barato, es chispa que aviva envidias, suspicacias, críticas, burlas...
¡Quiero ser SIMI! Yo quiero divertirme así:



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Pero horas más tarde reconsideré cuando atestigue lo siguiente:



Quizás mejor deba pensar en Alizee...

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